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Opinión

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Conocido de cara, desconocido de años

“La sociedad ha cambiado sus pensamientos para meterse en un autismo muy peligroso donde no nos involucramos más allá de lo que no nos pueda perjudicar”, manifiesta el autor en su columna de opinión.
Horacio Beascochea
Por Horacio Beascochea

Cuando era chico y llegaban las fiestas familiares como yo las llamo, esas que una vez al año reúne a la familia, algunos con conciencia religiosa o espiritual el 24 a la noche o para hacer un raconto de lo bueno y lo malo el 31, dándole la despedida al año vivido, las familias de la cuadra nos juntábamos, mayormente el 31, sacábamos las mesas a la calle y como si fuéramos una gran familia compartíamos lo que cada uno había preparado esperando la medianoche.

Mi viejo nunca lo lograba, digo, eso de llegar a la medianoche. Su festejo comenzaba muy temprano visitando a cada conocido y los tragos eran muchos como para mantenerse en pie hasta ese momento de juntarnos en familia. Pero ¿porque traigo este recuerdo a la memoria? Por la simple razón de que este 11 de junio fue el día del buen vecino y mis recuerdos son más geniales que lo que vivo en la realidad de esta sociedad actual que no esta tan alejada de lo que viven los demás. ¿Tanto ha cambiado la sociedad?

El mundo anda muy apurado pero no solo eso el estado de inseguridad ya ni siquiera nos permite dejar nada a la vista porque es como si fuera mil para las abejas que en esta comparación sería para los ladrones que están continuamente atentos buscando una oportunidad de hacer sus fechorías. Lo lamentable de nuestra sociedad moderna es que existe una migración constante de personas por falta de trabajo y mucho más en nuestra localidad. Las caras de nuestros vecinos apenas si las conocemos a no ser que se instalen con su grupo familiar y aun así pueden pasar años y no cruzar ni una mísera palabra. Los muros en las medianeras son cada vez más altos y el frío del cemento y el ladrillo marca la distancia que quiere una familia de la otra.

Pero aquellos que vamos un poquito más allá en nuestros pensamientos sabemos que los muros más altos y gruesos se encuentran nuestro corazón y pensamiento. Es cierto que nuestra sociedad ha mutado y la realidad nos la muestra. ¿Evolución o involución?¿Hemos avanzado o retrocedido? Sentimos una alarma de seguridad en alguna casa y tratamos de alejarnos lo bastante como para no tener nada que ver. Sabemos por los gritos del otro lado del muro que ahí hay una mujer con marido golpeador y no denunciamos, alguien se muere de frío en la calle, pasamos por su lado como si no existiera y las entradas de nuestras casas se encuentran enrejados manteniéndonos encarcelados en nuestros propios hogares .

La sociedad ha cambiado sus pensamientos para meterse en un autismo muy peligroso donde no nos involucramos más allá de lo que no nos pueda perjudicar. La vida en sí misma es todo un desafío. Desde el punto de vista de transitarla solo o desde el momento que decidimos formar una familia y traer otro ser a este mundo que está más predispuesto para promover y ejercitar el mal que para hacer el bien. Yo tenía un maestro que me decía que el esfuerzo para hacer el mal como para hacer el bien es el mismo pero quebrantando reglas y salirse con las suyas, tapan los buenos ejemplos. Será por eso que cuando un buen ejemplo es resaltado y altruista no pasa desapercibido.

Pero volvamos a esto del buen vecino. Yo sé que la convivencia no siempre puede ser la mejor pero con buena voluntad de diálogo las cosas pueden cambiar a su debido tiempo. Debemos volver a ese origen de conocer a quién tenemos al lado. Esto no significa que usted tenga que ser un pesado e invasivo, que de esos también los hay. Con solo estar cuando se tiene que estar creo que bastará. No es que le esté dando ninguna enseñanza de cómo ser un buen vecino solo quisiere transmitirles mis experiencias que tampoco quiere decir que sean una fórmula mágica pero de seguro que no apartarnos de las buenas costumbre nos llevara a poder vivir nuestras propias experiencias.

Cuando uno lee la historia de personas que tuvieron multitud de seguidores, uno puede ver que no lo fueron por su fortaleza física sino por su fortaleza mental para continuar tratando de imponer un pensamiento. A las personas se las gana en el pensamiento y el corazón. Gandhi, Mandela y otros tantos que recorre la historia nos dicen que es así. Una buena predisposición o una palabra en tiempo y forma valen mucho más que todo el dinero del mundo. Lo que uno cree que puede ser muy pequeño e insignificante porque nadie se enteró, no salió en las radios o en los periódicos, no quiere decir que no esté cambiando parte de ese mundo donde usted vive.

A través de los años he tenido la oportunidad de hablar y compartir mis experiencias, que como les dije no son una garantía de la verdad, y encontrarme en años subsiguientes con esas personas y tener la satisfacción de enterarme que les pude dar un empujoncito para tomar algunas decisiones en sus vidas personales. Un buen alumno toma los consejos de su maestro pero no para usarlas literalmente sino para razonarlas y luego tomar su decisión; porque uno puede ser la base de una edificación de vida pero las paredes de la edificación siempre será nuestra propia responsabilidad y el crecimiento y los límites de su habitación no tener techo.

Nuestra sociedad, día a día, se desconoce. Quizás un buen principio para vivir más tranquilos e ir desterrando a los que no se adaptan a vivir en sociedad respetando los límites de nuestra propiedad y libertades sea el conocer más a quién tenemos al lado. Mostrándole que también nos importa y que sí lo podemos ayudar en alguna necesidad o disfrutar juntos su alegría y progreso podremos construir un mundo mejor. Quien sabe, quizás en las próximas fiestas podamos sacar la mesa a la mitad de calle y compartir juntos la alegría de estar terminando un año y de que podremos transitar un nuevo año con la expectativa de estar mucho mejor dentro de nuestra vecindad. Con la tranquilidad de no estar saludando a un conocido de cara pero desconocido de tantos años.

Les dejo un gran abrazo queridos amigos.
Un servidor Charly Hernández

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