
Yo tenía 8 años cuando corría el año 1975 y se produjo una de las grandes inundaciones que hemos vivido y recordamos en el tiempo de la historia de nuestro amado Neuquén. Mis padres llegaron del interior de la capital, gente de campo, a probar suerte y así formaron una familia. Siempre tuve una deuda en mi haber familiar y es que no sé muy bien como se conocieron pero como toda historia de amor debe haber sido algo muy lindo en sus comienzos.
Digo debe porque si bien en mi infancia pasé muchas cosas lindas, las últimas que recuerdo no lo fueron tanto mientras mi padre vivía. Que yo recuerde siempre vivimos en el barrio Villa María, en los bajos de la capital neuquina, entre Avenida Olascoaga, paralela a San Luis y la casa está todavía sobre Echeverría. Todas calles de tierra con una iglesia sobre San Luis donde en su patio interior pasábamos horas y horas jugando al fútbol. Como dice la canción “Regreso al ayer”, de don Marcelo Berbel “médanos y chacras hoy todo ciudad”. Los vecinos recogíamos el agua de una canilla comunitaria de una esquina y debíamos comprar el típico kerosene para ponerle a los calentadores en invierno.
Las cosas no deben haber sido nada fáciles para mis padres porque, que yo recuerde, la economía en nuestro país siempre ha estado en crisis. De clase media para abajo se las arreglaron para que nunca nos faltara un mendrugo de pan y algo que echarle a la olla. Como les dije para 1975 yo solo era un pibe de 8 años pero ya trabajaba en la chacra de don Carol que a su vez tenía una verdulería y de lo que sobraba del día, de lo que se descartaba porque no se podía vender el público pero estaba bueno, me lo regalaban y lo llevaba para casa. Siempre me gusto la historia, leer y escuchar anécdotas de las personas que han tenido sus experiencias en diferentes ámbitos. Esa característica se ha vuelto parte de mi vida y de mi profesión para que mi mente, como si fuera una biblioteca, vaya guardando pasajes de la vida para luego poder replicarla o fundamentar algún comentario.
Lo que nunca pensé que también vamos inscribiendo la historia con lo que vivimos actualmente y nos transformamos en parte de ella. Yo había escuchado de grandes inundaciones que en tiempos pasados como la de 1899 cuando la capital todavía no existía y solo era un pequeño caserío. Tal era la fuerza que traía el río Limay que las aguas alcanzaron la zona donde está trazada la ruta 22. En aquel tiempo el presidente de los argentinos era don Julio Argentino Roca y había sido invitado a la inauguración de la línea de ferrocarril de bahía Blanca pero su viaje se vio interrumpido por aquel increíble despliegue de agua y el tren que traía al mandatario quedo varado en Chelforó.
Con el correr de los años y la construcción de la primera represa sobre el río Limay (El Chocón) los efectos de las crecidas se atenuaron. Sin embargo, como ustedes saben, después se siguieron registrando inundaciones como lo demuestra nuestra historia reciente. Entre el miércoles 11 y jueves 12 de marzo de 1975, durante estos dos días, cayeron 100 milímetros de agua. En la ciudad de Neuquén se tuvieron que evacuar 2.200 personas y algo similar en la provincia de Rio Negro. Los servicios públicos, los comercios y las oficinas administrativas estuvieron paralizadas una semana. El saldo de víctimas fatales fue de 20 personas. Como en esta última inundación fueron afectadas las localidades como Plottier, Senillosa, Cutral Co, Plaza Huincul. Las pérdidas fueron millonarias. Muchos recuerdan esta inundación por los estragos y la cantidad de víctimas que dejó.
Nuestra casa, como muchas, estaba construida detrás del terreno. Con un patio muy amplio y el arbolito en medio del mismo. El agua ingresó hasta el mismo dintel de la puerta y a uno de los techos, que era de chapa de cartón, lo destruyó el granizo. Para esa época ya teníamos dos cementerios. Uno en el centro de la ciudad y otro que se lo denominaba el terrón de azúcar, casi sobre las barda. La novedad fue que cayó tanta cantidad de agua que socavo la tierra de las tumbas y estos féretros fueron a parar al mismo centro de Neuquén. Todo un espectáculo macabro.
Recuerdo que el agua no baja, entonces uno de los vecinos nos pasaba a buscar en una canoa para ir al almacén y hacer las compras. Esto de ver los kayac que se pudo ver en un video por estos días y que fue replicado en canales nacionales me hizo acordar mucho esos años. Los años fueron pasando y después pude recoger los testimonios de cómo lo vivieron en la república de Cutral Co. Yo tengo parte de mi familia por esos lugares donde estuve viviendo en los comienzo de los 90 cuando comenzó la privatización de YPF y luego las puebladas. Mi tía Ema y mis primos me pudieron contar como lo vivieron ellos en esa noche de la inundación del 75. Todavía se puede ver la marca del barro sobre una de las paredes y la altura que alcanzó. No sabría precisarles cuántas personas murieron por esos lugares pero si les puedo decir que el barrio Daniel Sáez lleva ese nombre en recuerdo a esa familia que el padre por tratar de salvarlos se lo llevó el barro en ese zanjo junto a su hijito.
Yo empecé a transitar Rincón de los Sauces en el año 1996. Las cosas tampoco eran fáciles. La gente se había sublevado por la contaminación del agua del río Colorado de donde se sustraía agua para el consumo de los vecinos. La lluvia que cayó en esa semana hizo que me quedara por más tiempo y ahí pude observar como bajaban las aguas sobre los cañadones secos. No hubo víctimas en ese tiempo pero luego pude recoger la historia de nuestro querido Rincón. Ese 28 o 29 de diciembre de 1914. El pavor y la angustia que vivieron las familias que se habían asentado a la vera del río Colorado. La laguna Negra reventó y largo su contenido de agua al Barrancas y al Colorado. Dicen que se debe haber desbordado a las 16 horas de ese 29 de diciembre de 1914. Las aguas desbordaron y llegaron a la estancia de 25 de Mayo. A las 14 horas del día 30 se hallaron 113 cadáveres entres Peñas Blancas (Rio Negro) y 25 de Mayo (La Pampa) todas familias de este lugar. Nuestra geografía no ha cambiado mucho y los problemas estructurales, prácticamente, siguen siendo los mismos.
A principios del año pasado se murió una persona electrocutada porque se le inundó su vivienda en pleno centro de nuestra ciudad. Caen dos gotas y quedamos aislados de todo centro urbano. Se nos corta la energía, nos quedamos sin comunicación telefónicas y el gobierno provincial siempre sigue llegando tarde con las ayudas o deja que pase el tiempo para que no se recuerden las carencias en tiempos de inclemencias. En esta última tormenta si algo positivo tenemos que sacar es que se dejaron de lado las diferencias de parte de diferentes instituciones y se pudo llegar a cubrir las necesidades en lo más recio de la tormenta y todo esto con buena voluntad del recurso humano, la ayuda de elementos proporcionado por el municipio con su intendente a la cabeza y las empresas que aportaron su colaboración.
Queridos amigos espero que el clima no nos castigue más y que tengamos un tiempo de bonanza. Creo que nos lo merecemos. Les dejo un abrazo y espero que la prosperidad, en todo sentido, los alcance.
Charly Hernández. Un servidor
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