
Si bien en una democracia siempre se trata de defender el funcionamiento de las instituciones, son los hombres en estos organismos que siempre están poniendo en duda su correcto funcionamiento, para que sean útiles para nuestra sociedad. ¿Son las instituciones las que forjan los procesos sociales o son los procesos sociales que forman sus instituciones?
Las distintas formas de responder a esta pregunta refiere a si las instituciones importan o no para explicar procesos políticos y sociales; en definitiva, remiten así los problemas que explican gran parte de nuestras dificultades como sociales y, consecuentemente, también sus soluciones-radican en la institucionalidad.
En las explicaciones de las ciencias sociales, las instituciones han importado, dejado de importar y vuelto a importar por muy diversas razones. Es más, para aquellos que consideran que importa, como causa de proceso sociopolítico y no meras consecuencias de factores más profundos, existen grandes diferencias sobre qué son las instituciones, y cuales importan y por qué, por lo que el debate no se agota en la importancia o la falta de importancia de las instituciones, sino que derrama hacia la discusión sobre qué es lo que importa de las instituciones y por qué es eso y no otra cosa.
El marxismo vació el peso de las instituciones definiéndolas como consecuencia o epifenómeno de profundas dinámicas estructurales-económicas. Gran parte de la sociología también vació el peso de las estructuras institucionales tomándolas como consecuencias o correas de transmisión de la cultura, “el problema no es la calidad de las reglas sino la cultura que las transmiten”, mostrando hoy un renovado brío, no presta mayor atención ni otorga un papel protagónico a las instituciones en la explicación de lo sociopolítico.
El avance neoclásico en economía también las desechó reproduciendo desde el conservadorismo individualista el desprecio hacia las instituciones que ya habían desplegado el economicismo marxista y el estructuralismo culturalista: en el neoclasicismo las instituciones pasaron a ocupar el papel de las estructuras arrastradas por la fuerza de los mercados.
Frente a tantos captores de las instituciones, surgieron de manera reiterada sus salvadores. Weber (1984) le respondió a Marx destacando la relevancia de la “jaula de hierro” que independientemente de la estructura de clases, las burocracias institucionalizadas del estado moderno imponían el comportamiento y la libertad de los sujetos (elaborando tempranamente una teoría sobre las causas y consecuencias de esa institucionalidad). En las últimas décadas y particularmente a partir de los años ochenta y noventa, se multiplicaron los defensores del buen nombre, el honor y la relevancia de las instituciones para explicar los procesos políticos, sociales y económicos de la mano de los “nuevos institucionalismos”.
En la sociología de las organizaciones se redescubrió el institucionalismo, por otra parte la sociología económica valora las instituciones como el diseño simbólico que gobierna la relación entre los distintos roles en todas las organizaciones. En definitiva, hoy estamos rodeados de institucionalismos que compiten entre si para explicar la sociedad y la política que poseemos.
Sin embargo ¿nos convencen estas nuevas y diversas cruzadas institucionalistas encaminadas a disciplinar las otras variables del análisis social? ¿Acaso nos sirven para entender mejor la política en nuestras sociedades? Si efectivamente las instituciones forjan comportamientos mediante las estructuras de incentivos que le presentan a los sujetos o como estructuras que dotan de sentido a su accionar. Así, hoy las instituciones gozan de buena prensa y su defensa va acompañada de sofisticadas teorías y métodos de análisis.
América Latina hoy, como se argumentó, desde diferentes perspectivas, las instituciones políticas han sido posicionadas durante los treinta años como variables explicativas de una serie de fenómenos relevantes para las ciencias sociales. Temas tales como la estabilidad democrática, el desarrollo económico, la pobreza y la desigualdad social, los cambios en las constituciones, las modificaciones en las reglas electorales, o la adopción o el cambio en las políticas públicas se han explicado como resultado de factores institucionales.
Independientemente de la manera en que entendamos a las instituciones, la literatura anglosajona, que más y mejor canalizó estas perspectivas analíticas, tienden a asumir que las reglas son formales y que solo por existir “suceden” los contenidos de su textualidad. Sin embargo esta nación no “viaja bien” por el simple hecho de que las instituciones están en permanente cuestionamiento de si realmente cumplen con las funciones para las que han sido formadas.
Esta desigualdad en nuestra sociedad, de ver cada vez más instituciones que no sirven para nada, que solo son creadas para darles un puesto de trabajo a algún amigo o pariente nos hace descreer de estos órganos que dentro de una nación bien constituida deberían estar al servicio de los que tienen ciertas necesidades que no pueden complacer por sus propios medios.
Les he dado un breve repaso de cómo se han cuestionado las instituciones a través de los tiempos pero de lo beneficiosas que son en la transformación en lo sociopolítico de una comunidad. Miremos atentamente nuestras instituciones en nuestra comunidad y dígame sino están bajo un cuestionamiento por no cumplir con los roles que se les han sido designados.
En nuestro querido Rincón de los Sauces hay algunas instituciones o estamentos que han mejorado muchísimo, y hay de las otras que uno se pregunta ¿para que siguen? Si no les brindan un bienestar a nuestros vecinos.
Pero espero que en estos tiempos de cambio que estamos viviendo con una administración municipal que hasta ahora disfruta de nuestra confianza y promete cambios estructurales de la mano de Marcelo Rucci, en menos de estos dos años que le queda de administración nos deje una ciudad más o menos ordenada y quien sea que lo suceda tenga los mismos principios de convicción, de pensar en nuestra gente, y de rodearse de gente que le haga bien a nuestra comunidad.
Queridos amigos breguemos porque nuestras instituciones funcionen a favor de los que las necesitan para seguir creyendo en ellas porque son el basamento de nuestro sistema democrático.
Un gran abrazo de este humilde servidor.
Charly Hernández
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