
Por Francisca Urroz
En el último tiempo el concepto de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) o corporativa (RSC) se ha popularizado y la mayoría de las personas lo conoce o tiene una pequeña noción de qué significa. ¿Pero qué consenso hay en torno a este concepto? La verdad, es que no lo hay.
Si bien hay múltiples definiciones en torno a esta idea, en términos generales, se ha concluido que la RSE involucra la responsabilidad de cualquier compañía con sus trabajadores, la comunidad y el medio ambiente.
Así, por ejemplo, el Consejo Mundial Empresarial para el Desarrollo Sustentable la define como: “El compromiso permanente de las empresas de comportarse éticamente y de contribuir al desarrollo económico, al tiempo que se mejora la calidad de vida de los trabajadores y sus familias, así como de la comunidad local y la sociedad”.
Pero para cumplir fielmente con este concepto una empresa no sólo debe realizar acciones concretas o desarrollar ciertas prácticas, debe llevar la RSE más allá: debe incorporarla como una visión, una forma de hacer las cosas los 365 días del año. En este sentido, no basta con que una empresa cumpla con la legislación respectiva, por el contrario, el compromiso parte de la base de que una compañía que se dice responsable, cumple con la ley.
Negocios y sustentabilidad
Este concepto se utiliza exclusivamente para hablar del compromiso social de las empresas, pero no hay que olvidar que éstas buscan obtener ganancias lo que, por cierto, no tiene nada de malo.
Este valor no busca que las firmas se transformen en corporaciones filantrópicas ni en fundaciones. Sin embargo, esto no las inhabilita para obtener buenos resultados financieros y cumplir con ciertos principios sociales. La RSE no pretende que los actores individuales que forman parte de una organización actúen éticamente, sino que la compañía promueve este valor y lo hace propio de su cultura organizacional.
En este sentido, la RSE se puede entender como la cultura de una empresa por generar un impacto positivo en la sociedad, a través de procesos que sean beneficiosos para quienes trabajan en ella, sus clientes, el medio ambiente y la comunidad en general. Y no con una moda o con realizar acciones puntuales.
Es decir, una empresa que tiene basureros para reciclar, pero que infringe la ley del trabajo y, por ejemplo, no paga a sus trabajadores horas extra, no es socialmente responsable, ya que no se ha comprometido ni con sus trabajadores ni con el entorno de éstos.
Desde la arista de la responsabilidad social, la meta de las empresas no debe ser exclusivamente generar un valor agregado o mejores resultados económicos, también debe serlo el compromiso con los actores internos y externos, ya que así como el rendimiento financiero les permitirá crecer, la calidad con que gestionan sus procesos también incidirá en sus resultados futuros.
Fuente: www.guioteca.com
Compartinos tu opinión