
La primera etapa estaba cumplida. La fundación de Rincón de los Sauces era una realidad que había sido refrendada por el propio Felipe Sapag y su comitiva, que llegaron a finales de 1971 para la fundación del pueblo.
Ese día fue transmitido en directo por radio LU5, gracias a un enlace que realizó Giménez , un técnico de la policía, donde transmitía desde el centro de la plaza hasta el mismo campamento de YPF, conectando con la radio policial provincial.
“La piedra fundamental la enterramos en el centro de la plaza. Recuerdo que el mástil lo hice yo, con mis manos,” afirma con orgullo Don Pedro Sánchez. “Enterramos un pergamino de cobre, escrito con letras góticas y con la firma de todos los presentes y en un cofre agregamos el decreto original en papel de la fundación y dinero de la época, con la intención de que en algún momento se iba a desenterrar”.
El trabajo de Sánchez comenzó apenas terminada la ceremonia de inauguración. Al comienzo no había agua y, para dotar a la población de este vital elemento, se hizo un pozo de agua a media cuadra de la plaza con tanta mala suerte que luego de la perforación se rompió la bomba y nunca se pudo extraer agua de ese sitio. “Todavía debe estar ahí abajo”, sostiene.
Pero Don Sánchez no era un hombre que se amilanaba ante la primera adversidad y logró, con un motorcito de 8 caballos, bombear agua del Colorado, directamente al pueblo. “Todos estábamos al lado del río, en la actual zona de chacras. Donde estaba la plaza, los terrenos se regalaban en un comienzo porque nadie quería ir a vivir ahí”.
Cabe recordar que en sus comienzos la ruta de acceso a la ciudad se encontraba en la calle Chos Malal y los primeros pobladores se instalaron alrededor del campamento de YPF, en la zona del actual barrio privado de YPF.
“El que conoce Rincón ahora no tiene ni idea de cómo era antes”, afirma Sánchez y recuerda el momento en que le ofreció a Aldo Cisterna, chofer de Landete, que se hiciera cargo del sistema eléctrico del pueblo. “Teníamos un motor de 4 cilindros para dar luz por unas horas a los comercios que se iban instalando, para que pudieran hacer andar las heladeras”.
En lo que respecta a las comunicaciones con el resto del mundo, el primer medio con que contaron fue una radio que había sido puesta en una casilla de policía, que se encontraba cerca del campamento petrolero, el mismo que fuera usado para transmitir la fundación del pueblo.
Aquellos comienzos no estuvieron exentos de dificultades y siempre fueron resueltos con imaginación y audacia. Pero Don Pedro Sánchez no podría haber hecho nada sino fuera por el apoyo incondicional de su mujer, Edith Elena Palacios, quien lo acompañó en esta empresa en donde todo era nuevo y estaba por construirse. “Ella fue la segunda directora de la escuela y un pilar insustituible en mi vida”, agrega emocionado.
La pareja se había casado en 1964 el 14 de marzo en San Luis y, como se publicara en la primera parte de esta nota, había llegado a Rincón de los Sauces en 1970, porque iban a poner una estación de servicio. Al poco tiempo ella consiguió trabajo en la escuela y juntos emprendieron esta tarea de vivir en un lugar en donde faltaba de todo y a veces el desaliento era mayor que la esperanza.
Edith falleció el año pasado y Don Pedro no puede evitar emocionarse al recordarla. “Hemos vivido una vida muy dura, yo creo que todo lo que hicimos, fue porque éramos jóvenes. Fueron años muy difíciles”.
También recuerda el momento en que Landete construía dos metros de pared en el día y en la noche venían las ráfagas de viento y le volteaban las paredes, hasta que por fin pudo ponerle el techo.
“En esos tiempos todo era arena y se juntaba una montaña que cortaba la calle. El día de la fundación de Rincón, no pudimos llegar a la plaza. Entramos marcha atrás, dejamos la camioneta y nos fuimos a pie a la plaza. Era terrible el viento que soplaba”.
A pesar de haber sido el primer presidente de la Comisión de Fomento, Sánchez no se considera un político. “Lo mío no fue político, simplemente era un tipo laburador que quería trabajar. Me había propuesto fabricar un pueblo, no como político, no me interesaba la política, a mi no me interesaba que me quisieran o no me quisieran como político, estábamos ahí y había que hacer las cosas”.
Tanto Pedro como Edith se encontraban las 24 horas del día abocados al quehacer cotidiano en el pueblo. Como él es radioaficionado, al poco tiempo consiguió armar un gran equipo de radio en su casa con el que realizaron un sinfín de tareas sociales, como por ejemplo “curar por la radio”.
Según cuenta Sánchez, los médicos que llegaban a Rincón venían de Buta Ranquil cada 15 días y, obviamente, aquello no era suficiente. Como en su casa había una estantería llena de remedios, la gente venía a buscarla a Edith para que ella hablara con los médicos.
“Utilizábamos la radio y ella hablaba por la radio con los médicos que le decían déle tal o cual remedio, hay una cajita de tal color, déle eso”, así se curaba, hasta que los médicos volvían a los quince días”, cuenta Pedro y agrega “a veces escucho a los médicos que están disconformes, que solo tienen 3 ambulancias. Antes, la única ambulancia que había era la camioneta mía”, afirma.
En otra oportunidad, le tocó hacer de partero ya que traía a una señora que estaba a punto de dar a luz y tuvo que detenerse en el camino. “Por suerte, estaba bastante capacitado, gracias a los médicos que se alojaban en casa, que entre mate y mate, nos iban enseñando, tanto a mí como a mi mujer”, concluye.
Durante ese primer año de gestión se hicieron una gran cantidad de cosas en el pueblo. Se construyeron 30 viviendas y Edith, la mujer de Sánchez, trabajaba en la escuela que funcionaba en el campamento de YPF mientras él se encargaba de todos los trabajos de la municipalidad. “Ahora Rincón es un sueño”, dice.
La historia del primer presidente que tuvo la Comisión de Fomento de Rincón de los Sauces es muy rica en anécdotas y experiencias y culminará en la próxima edición escrita de “El periódico de Rincón” que llegará a las 50 ediciones ininterrumpidas, cumpliendo su segundo aniversario.
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