Después de varias semanas de una metódica vigilancia en el centro de la ciudad, el domingo 9 de junio, en horas de la madrugada la policía local logró detener a dos mujeres que vendían drogas en una especie de kiosco de expendio permanente de estupefacientes.
Según indicó uno de los investigadores, "uno de los lugares de mayor movimiento de personas que compran drogas era este céntrico domicilio ubicado en la calle Mendoza 411, y si bien la cantidad de estupefacientes hallada en el interior de la vivienda no fue significativa, tenemos las filmaciones en alta definición de las últimas cinco semanas, donde se observa claramente una operación de importante envergadura montada en el lugar".
Coordinados por el subcomisario Julio Arraín, agentes de la Brigada de Investigaciones, de civil, habían detectado hacía tiempo el movimiento en la vivienda allanada y lo habían informado al juez federal de Neuquén.
Después de identificar a numerosos clientes que acudieron en el último mes al domicilio, sin que estas personas lo supieran ya que sólo las filmaban, se decidió ingresar a la vivienda y detener a los moradores.
Como se sospechaba, la principal comprometida es una mujer de mediana edad, apodada "Nina". Según las pruebas fílmicas, la vivienda era popular y bien conocida por los consumidores locales, quienes hacían compras al menudeo. "Esta mujer fue detenida y llevada al juzgado federal de Neuquén.
Junto a ella enviamos todas las pruebas que demuestran que el lugar funcionaba como centro de distribución de drogas", dijo Arraín al diario “Río Negro”. Según se supo, a partir del martes 11 de junio, decenas de compradores que fueron registrados recibirían la citación para presentarse en el juzgado a declarar.
Como estrategia de resguardo del procedimiento, según se indicó, minutos antes del allanamiento en la casa, el subcomisario Arraín buscó varias testigos femeninas en una peña folclórica que se realizaba en el Polideportivo local, ante las cuales el funcionario policial y el resto de la Brigada demostró que los agentes que intervendrían no tenían nada oculto en sus ropas.
Una vez que las testigos comprobaron que los policías sólo contaban con una linterna, un celular y el arma reglamentaria, se procedió al allanamiento. Ese trámite previo al ingreso de la vivienda es una acción de rigor, para que las personas detenidas no puedan luego alegar que les "plantaron" la droga.
Fuente: Río Negro
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