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Caso Micaela: habló la testigo presencial

La mujer volvió a relatar lo que vivió la fatídica madrugada. También habló la madre, el hermano y amigos de la mujer asesinada en Rincón de los Sauces.
Darío Hernán Irigaray
Por Darío Hernán Irigaray

Comenzó el juicio oral y público a Héctor Antonio Cortéz, “Tony” como muchos lo conocían, de 29 años de edad, concubino de la víctima, quien habría asesinado a Micaela Recchini, propiciándole varios golpes con un objeto contundente en su cráneo, culminando con su muerte el 14 de marzo del año pasado.

En este primer día, la única espectadora de este hecho terrible comenzó diciendo "Me hace mal hablar de esto", expresando una fuerte angustia, estremeciendo a los presentes cuando indicó que el ruido que había escuchado se asemejaba “a una botella de cerveza llena que cae al piso y revienta”.

Esta vecina del alto de la ciudad, testigo presencial del hecho, relató lo que ya había declarado oportunamente al juez: “La chica estaba boca abajo, él arriba de ella, como a caballo, y le daba mazazos en la cabeza. Yo salí de mi casa y le grité: loco, no le pegués más, ya la mataste. Él se paró, le pegó una patada en las piernas y le dijo: \'Más vale que no me denuncies, hija de puta\'".

Cortéz, pareja de la fallecida Recchini, con quien tuvo dos hijos, era trabajador petrolero y aunque todavía no declaró, prometen su relato para el final del juicio. Su abogado defensor es el el ex ministro de Seguridad César Pérez, quien en una entrevista a este medio asegura que su cliente “es inocente”.

Luego llegó el relato de la madre de la víctima, quien aseguró que se enteró del fallecimiento de su hija por la policía, quienes le indicaron que Cortéz la había matado. Así mismo contó que ellos convivían hace más de nueve años, que la relación era “buena al principio, aunque la hostigaba y la maltrataba”, y destacó que “el 5 de septiembre de 2009 le pegó una trompada en presencia de sus hijos, por lo que la Policía lo sacó del domicilio”.

Además agregó que su hija fue golpeada varias veces y que se separaron en dos oportunidades. “Micaela le tenía miedo. La amenazaba que la iba a matar”, aseguró.

Otros testigos aseguraron que las discusiones entre la pareja eran reiteradas, que ya no tenían comunicación y que se hablaba que todo “estaba mal” y que el acusado haría abandono de la casa. Además se afirmó durante el debate que Cortéz era un hombre sumamente celoso, posesivo y que controlaba todos los movimientos de su concubina.

Juan Manuel, hermano de Micaela, declaró ante los jueces que la noche previa al crimen él se quedó en la casa de la pareja a cuidar a sus sobrinos. "Ella lo invitó a ir a bailar, él le contestó de mala manera que iba a hacer lo que quisiera", indicó.



Se conoció que Micaela y Tony fueron a bailar al mismo lugar, pero separados. A las 5:45 de la mañana él regresó a su casa. Fue hasta el tinglado del fondo, donde guardaba herramientas, y Juan Manuel lo vio llegar, pero no lo vio irse, por eso no sabe si llevaba algo en la mano. Según el abogado de la familia, Marcelo Hertzriken Velasco, fue a buscar una maza, porque ya tenía pensado atacar a Micaela. Esa herramienta nunca apareció.

De acuerdo con la acusación, Cortez se encontró con su pareja y en su Renault Megane la llevó hasta la calle Mitre donde se produjo la escena que vio la testigo presencial, a través de su ventana. "Ella pedía auxilio, le tiró una piedra, él le pegó una cachetada", dijo la mujer.

Desesperada por lo que veía buscó su teléfono celular para llamar a la policía, momento en que escuchó el terrible ruido que se supone fuera el golpe que mató a Micaela, aunque el agresor continúaba pegándole al cuerpo sin vida.

Aunque aseguró que nunca lo vio de frente, no olvidó su voz, ya que "Gritaba con furia", y cabe señalar que en una rueda de detenidos reconoció su voz oportunamente.

El abogado querellante dijo que Cortez “actuó sobre seguro” y tuvo “un modo alevoso de accionar”, discrepando con el fiscal en cuanto a la calificación del delito y consideró que el acusado debe responder penalmente por el delito de homicidio agravado con alevosía y ensañamiento, que prevé la pena de prisión perpetua.

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