El 23 de febrero de 1901 se funda Comodoro Rivadavia, donde habitaban menos de medio centenar de familias, un pequeño pueblo al sur de Argentina, en el Golfo San Jorge, cuando en esa época era territorio nacional. Tenían graves problemas con la provisión de agua potable y comenzaron las excavaciones.
El 3 de octubre de 1903 una máquina perforadora desembarcó en la Playa de Comodoro Rivadavia enviada por la Dirección de Minas, Geología e Hidrología de la Nación. El Ingeniero Casullo al comando del percutor alcanzó 172 metros de profundidad sin encontrar agua y se abandonaron los trabajos tras intentos fallidos de penetrar el suelo a una mayor profundidad.
En diciembre de 1906 llega una nueva máquina perforadora para continuar con los trabajaos destinados a encontrar agua. El equipo de Fauck fue adquirido en Alemania por iniciativa del ingeniero Julio Krause, jefe de la sección de Geología e Hidrología de la Dirección de Minas, en ese entonces a cargo del ingeniero Enrique Hermite.
El 24 de marzo de 1907 ponen manos a la obra en búsqueda de nuevos resultados, con el nuevo equipo llegado desde Alemania. Ubican el equipo al norte del cerro Chenque, a unos tres kilómetros de la población. El equipo a cargo de la Dirección de Geología estaba compuesto por José Fuchs, como jefe de sondeo, Humberto Beghin como ayudante, Gustavo Kunzel y Juan Martinéz como foguistas, Florentino Sot, Antonio Viegas, Joaquín Dominguez, José Barrabosa y Pedron Gelhorn, como peones, y Pedro Peresa y Francisco Ferrara como cocineros.
El 12 de diciembre de 1907, con una perforación cercana a los 500 metros de profundidad el equipo de trabajo se sorprendió por el descubrimiento de burbujas aceitosas con olor a “kerosene” y nada de agua, tal como buscaban.
En las primeras horas del 13 de diciembre de 1907 el oro negro brotó desde las entrañas del suelo patagónico, tras llegar a los 540 metros de profundidades, donde desde el centro de la boca del pozo comenzó a surgir junto al agua inyectada, una materia viscosa. Se acababa de descubrir la existencia de un yacimiento petrolífero.
Tras la noticia, el 14 de diciembre de 1907, el presidente de la Nación, Figueroa Alcorta y el Ministro de Agricultura, Pedro Azcurra, emiten un decreto para defender el patrimonio argentino, cuyo su primer artículo expresaba “Queda prohibida la denuncia de pertenencias mineras y concesión de permisos de cateo en el puerto de Comodoro Rivadavia, territorio del Chubut, en un radio de cinco leguas kilométricas, a todo rumbo, contándose desde el centro de la población. Fucks, Beghin y Mosconi hicieron su trabajo.
Cabe señalar, que desde 1904 el gobierno nacional realizaba un relevamiento geológico y mineralógico en distintas regiones del país y, como explica la historiadora patagónica Graciela Ciselli en su investigación "Los italianos al sureste del Chubut", ya desde fines del siglo XIX se exploraron distintas regiones del país en busca de minerales, para lo que se adquirieron en el extranjero máquinas perforadoras y aparatos de sondaje destinados a tal fin.
El Ing. en Minas Enrique Hermitte, quien fuera encargado de la Dirección de Minas, Geología e Hidrología en 1904 comentó, años después, que "el descubrimiento del petróleo en Comodoro Rivadavia es una consecuencia, si no directa, por lo menos mediata del superior decreto de octubre de 1904 disponiendo la confección del Mapa Geológico y Económico de la República y de la manera cómo se encaró su resolución".
Por su parte las historiadoras neuquinas Orietta Favaro y Marta Morinelli en su libro Petróleo, estado y nación, hablan del "mito fundante de la explotación petrolera argentina", el del descubrimiento casual en Comodoro Rivadavia. Con sus trabajos, las investigadoras demostraron que el hallazgo fue deliberado y con objetivos precisos, lo que no excluye que al mismo tiempo se buscara agua.
Asimismo, citan a Hermitte, cuando manifiesta que se han confundido los hechos referidos al descubrimiento del petróleo, atribuyendo su hallazgo a una casualidad, "cuando en realidad ha sido tan solo una buena suerte para aquellos que implantaron el estudio del subsuelo profundamente convencidos de que algún día debe contribuir al desarrollo económico del país en proporciones comparables a la agricultura y a la ganadería...".
Desde las últimas décadas del siglo XIX se conocía la existencia de combustibles en el suelo patagónico. En 1890 y 1895 el perito Moreno estuvo a 15 kilómetros al sur de Comodoro Rivadavia, en la actual villa Rada Tilly, y dejó sentado que aquella zona tendría gran impulso por sus puertos o por la explotación de kerosene.
Por otra parte, el escritor comodorense Asencio Abeijón hizo referencias en sus crónicas a que los indígenas prendían fácilmente sus fogatas ayudándose con brea.
Lo cierto es que, en el marco de una política de exploración mineralógica del subsuelo nacional, se trasladaron a Comodoro equipos de perforación alemanes, se contrataron técnicos en perforación alemanes -Fucks, Beghín- y que una vez llegado al límite de profundidad de la maquinaria (500 metros), Beghín recibió un telegrama ordenándole que "... en campamento llegar a quinientos metros que es el poder de la máquina, refuerze el asunto y trabaje con precaución para evitar accidentes...". Los investigadores sospechan que son demasiadas molestias para andar buscando solamente agua.
Es así que una vez atados los cabos sueltos de la historia petrolífera argentina, los historiadores infieren que la consigna de los trabajos en 1907 era "Buscar agua y encontrar petróleo", lo que da por tierra con la imagen del descubrimiento accidental de hidrocarburos en Comodoro Rivadavia.
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