Las estaciones del año con mayor cantidad de horas en el día de luz solar, junto con temperaturas ambientales moderadas, tienen efectos beneficiosos para la salud de las personas. Se ha demostrado que el estado anímico mejora durante los meses de primavera y verano. Por el contrario, las regiones que tienen períodos invernales muy prolongados y con poca luz solar tienen mayores índices de depresión y de suicidio y tasas de enfermedad más altas. Pero, el verano no nos debe tomar desprevenidos. Es importante adoptar una serie de medidas preventivas para disfrutarlo a pleno y sin consecuencias para la salud.
El efecto más temido secundario a las altas temperaturas ambientales es el proceso conocido como "golpe de calor". Este se produce cuando los mecanismos compensadores de nuestro organismo fracasan en su misión de mantener estable la temperatura corporal interna así como la cantidad total del agua corporal. Sobreviene, en consecuencia, un estado de deshidratación aguda que puede producir lesiones importantes en diferentes órganos e incluso comprometer la vida. Un golpe de calor es, en definitiva, un sobrecalentamiento brusco de nuestra temperatura interna que ha sido imposible de compensar.
El porcentaje de agua del cuerpo humano es muy alto y varía con la edad y el sexo -ver tabla-, asumiéndose como promedio que representa el 60 % del peso corporal total. Eso significa que en un adulto de 70 Kg. de peso el contenido de agua corporal es de unos 42 litros. En los niños pequeños, los ancianos y las embarazadas el contenido total de agua corporal está aumentado y la regulación del equilibrio hídrico necesita aún de mayor precisión que en el resto de las personas. Es por ese motivo que estas condiciones son factores de vulnerabilidad y ameritan un cuidado especial.
Los días con temperaturas muy elevadas -mayores a 30ºC- someten a nuestro organismo a una alta exigencia. Todas nuestras funciones fisiológicas deben adaptarse y acomodarse rápidamente al desafío que los somete la naturaleza. La misión fundamental de nuestro sistema de adaptación será mantener estable la temperatura interna de nuestro cuerpo y conservar dentro de valores adecuados la cantidad total de agua que existe en los diferentes compartimientos de nuestro organismo. Pero ello no es una tarea sencilla, deberán participar en forma activa los distintos aparatos y sistemas orgánicos: el aparato circulatorio, el respiratorio, los riñones, el sistema endócrino, el sistema nervioso; en fin, casi toda nuestra economía. Mantener la distribución normal del agua corporal será asunto de vida o muerte. Si bien nuestro organismo está genéticamente preparado para enfrentar y salir airoso de la contienda, no todas las veces lo logra con la eficiencia que debiera. El estado de salud previa y la edad son 2 factores importantes para considerar. Los niños, los ancianos y las embarazadas así como determinadas enfermedades crónicas (diabéticos, obesos, cardiopatías, hepatopatías crónicas, enfermos renales, entre otros) son los más vulnerables.
Los síntomas que deben hacer sospechar el advenimiento de un golpe de calor son los siguientes:
· cefalea intensa
· náuseas, vómitos
· debilidad
· mareos
· palpitaciones
· respiración agitada
· sequedad y enrojecimiento de la piel
· ausencia de transpiración
· orinar poco
· obnubilación mental
Un golpe de calor es una urgencia médica. Ante un episodio con los síntomas descriptos es fundamental ponerse en contacto con el servicio de emergencias; mientras tanto se debe mantener a la persona acostada, en una habitación oscura y ventilada. Se debe tratar de enfriar el cuerpo con un baño o ducha fría y aplicando paños húmedos sobre la piel. Si está consciente se le debe ofrecer líquidos fríos con alto contenido en sales minerales -son de utilidad las bebidas que utilizan los deportistas-
Las medidas preventivas durante los días de altas temperaturas son mantenerse hidratado constantemente bebiendo agua u otros líquidos; evitar bebidas alcohólicas, café, té o bebidas muy azucaradas; permanecer en lugares frescos o a la sombra; en casa, bajar las persianas y cerrar ventanas para evitar que entre el sol, especialmente en las horas de mayor temperatura. También se aconseja optar por alimentos más ligeros como ensaladas, frutas, verduras o zumos. Evitar realizar ejercicios al aire libre en las horas de mayor temperatura, generalmente desde las 12 del mediodía hasta las cinco de la tarde. En la calle, utilizar ropa ligera y de color claro (que atrae menos el sol), sombreros, anteojos de sol, calzado fresco que permita la transpiración. Utilizar protector solar (preferentemente FPS + 50) y renovarlo cada 3-4hs.
Tomar conciencia de estas medidas preventivas es el primer paso para aprovechar esta estación a pleno, disfrutar de sus bondades y evitar consecuencias nocivas para nuestra salud. Ahora solo nos queda ponerlas en práctica.
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