Es común escuchar términos como “salir a cabaretear”, y otras frases que no se pueden publicar. Los primeros días del mes cuando el efectivo florece en la ciudad, es cuando estos comercios reciben una gran participación por parte de los hombres.
Actualmente son alrededor de cinco los locales comerciales que ofrecen servicios sexuales en la ciudad, aunque supuestamente están habilitados como “confiterías”, o simplemente como “confiterías bailables”, son lugares que poseen piezas aledañas donde se prestan los servicios personalizados. Con nombres como “El Diablo”, “Sahara”, “Mininas”, “Copacabana”, o “Brujas” podremos encontrar a estos lugares donde los hombres pueden gozar de una noche de lujuria y placer.
Una noche comienza por una copa compartida de 40 pesos que incluye tomar una cerveza con la chica que se elija, para continuar con un baile y charlar un rato. Si se quiere avanzar en la noche, se puede adquirir “un pase”, que puede durar unos quince minutos, donde se deberán desembolsar unos 140 pesos adicionales.
La policía se ocupa de la seguridad en muchos de ellos, prestando servicio de adicional a través de efectivos, y un patrullero recorre todos los locales periódicamente durante la noche.
Las chicas que prestan sus servicios en realidad trabajan como mozas y tienen la correspondiente libreta sanitaria realizada en la Municipalidad.
“El que existan estos locales permite que no se ejerza la prostitución en la calle, y estén las chicas mas controladas, con exámenes rigurosos periódicos, además de evitar enfermedades como gonorrea o sífilis, sin dejar de lado el sida”, nos contaba un hombre que supo trabajar en este tipo de lugares.
“Para mi es medio molesto pensar que mi hijo cualquier día de estos entre a un cabaret, yo tenia 14 años cuando entre por primera vez”, nos contaba un padre preocupado.
Algo que hay que destacar es que no solo se recibe efectivo sino que en muchos locales se aceptan tique canasta, tique restaurante, y todo tique conocido. “Una vez las chicas estaban enojadas por que les pagaron con tique de lavandería”, nos contó un viejo cliente.
La realidad es que toda la vida en Rincón la actividad se desarrolló en forma controlada, tanto por parte de bromatología municipal y por la policía, encargada del tema de seguridad.
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