Siempre se escucha en la ciudad esta frase haciendo referencia a la aceptación de lo que se pueda conseguir ante cualquier tipo de necesidad.
Por ejemplo si uno sale a comer afuera, en un restaurante, le pueden ofrecer sólo helado de postre, y comúnmente le pueden llegar a decir “Es lo que hay”. Y otros aceptando dicen “Bueno, traé el helado
es lo que hay”.
Si uno necesita clavos de tal tamaño, es muy probable no conseguir exactamente la medida y por lo tanto terminará usando uno más largo o más corto, y dirá “Es lo que hay”.
Cuando uno va al supermercado buscando comprar jabón en polvo de 1 kilo, termina llevando el de 4 kilos, cuando se necesita rollos de papel higienico por 6 rollos, termina llevando uno de 4, o cuando necesita leche se termina llevando leche en polvo
y siempre al final aceptando
y diciendo o pensando “Es lo que hay”.
Cuando uno va a un comercio y nos demoran en atender, nos atienden mal, y logramos que nos atiendan, al salir es muy común que muchos piensen “y bueno
es lo que hay”.
“Los otros días fui a una verdulería, compré dos tomates y gasté 6 pesos con cincuenta, me pareció caro, pero obviamente es lo que hay, y los llevé”, nos contó una señora.
En fin, la falta de tantas cosas en Rincón, nos hace sentir cada día más resignados, más predispuestos a aceptar lo que el destino nos depare.
Tratemos día a día de mejorar los servicios, de seguir predispuestos al buen trato, pero si intentar de exigir cada día un poco más, mejores servicios, más variedad y mejores precios.
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